lunes, 11 de febrero de 2013

Antígona, de Jean Anouilh. (Naves del Español)



No me esperaba nada de este montaje, porque no había oído nada aún. Estrenada el 6 de febrero, hace menos de una semana, todavía el boca-oreja no ha empezado lo suficientemente fuerte como para llenar la sala y colgar el cartel de "No hay localidades para hoy".

Rubén Ochandiano y Najwa Nimri, en su debut sobre las tablas, encabezan el cartel de esta versión del original francés de Jean Anouilh, escrita en 1942. La Antígona de Ochandiano y Carlos Dorrego, que codirige la obra, es una joven obcecada en dar sepultura a su hermano, cuyo cadáver se encuentra expuesto a la intemperie por Creón, su tío  y este sentimiento de hacer lo que tiene que hacerse es lo que le llevará a su trágico final.

El resto del reparto lo completan Toni Acosta, como Ismena, la hermana; Berta Ojea, como la nodriza; Sergio Mur, Hemón, prometido de Antígona e hijo del rey; David Kammenos, mano derecha de Creón; y Nico Romero, como el guardia, y Ramón Grau al piano.



Los papeles femeninos, a parte de la protagonista, son breves y según mi opinión, poco carismáticos. Sergio Mur participa brevemente pero interpreta de forma muy convincente a ese Hemón, niño atrapado en el cuerpo de un hombre muy desarrollado (gracias dirección por decidir que Sergio vaya shirtless!). David actúa como puente y es una suerte de narrador, en francés, cuyas intervenciones son más que brillantes.

Najwa no lo hace mal, pero, aunque suene tópico, le faltan tablas. Este debut es una apuesta arriesgada, y quizá al personaje le falta rodaje, pero se agradecería una mejor dicción y elevar el tono de voz. Ya sabemos que la voz de Najwa es susurrante, sugerente, pero eso no puede imperar sobre un papel que a mi pareces, necesita más fuerza.

Las dos JOYAS del espectáculo son Rubén y Nico. Rubén aparece en la segunda mitad de la obra, y es su Creón, quien entrega los momentos y diálogos gloriosos de la obra. Un rey que vela por el prestigio de su autoridad, y que aporta el punto de madurez y realismo duro ante tanto idealismo y sentido de justicia de la juventud. El diálogo final entre Hemón y Creón es duro pero muy real.



La otra joya es Nico Romero, todo un descubrimiento. Un guardia, con estética de payaso grotesco, sumiso a las órdenes que le se mandan, que solo oye, ve y calla. Interpretación sublime, que junto a Rubén, hacen que merezca la pena ir a verles.




La totalidad de la obra me recordó a esos montajes de Tomaz Pandur que en esas sala se han interpretado, con ese punto actual, contemporáneo, transgresor, que acerca tragedias clásicas a la actualidad, y las adapta a lo que estamos viviendo en este momento, demostrando que las tragedias son atemporales, y los sentimientos más básicos, como el honor, la justicia, la obediencia social y la tiranía, son atemporales.

Hasta el 17 de marzo en la sala 1 de las Naves del Español. MUY recomendable, y si no fuese por el precio, sin duda que repetiría. Corred la voz, y que este montaje se convierta en todo un éxito.

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